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No. 77 - Marzo 1998

Crisis financiera asiática

El "rescate" de Corea del Sur

por Michel Chossudovsky

Con la supuesta finalidad de rescatar a Corea del Sur de la insolvencia, el paquete de emergencia del FMI garantizó protección a los intereses de los bancos internacionales y abrió el país a la dominación económica extranjera. El acuerdo, que priva a Corea del Sur de su soberanía económica, también prepara el camino para el desmantelamiento de los chaebol (conglomerados industriales) y empuja a miles de empresas sudcoreanas a la bancarrota.

A fines de noviembre de 1997, tras la dramática caída del won en el mercado de divisas, un grupo de economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) encabezado por Hubert Neiss corrió a Seúl. Su misión consistía en negociar los términos de un paquete de rescate "a la mexicana" con vistas a "restaurar la salud y la estabilidad económica" de Corea del Sur.

Se sentó así un importante precedente: la "medicina económica" rutinariamente impuesta por el FMI a países del Tercer Mundo se aplicó por primera vez en una avanzada economía industrial. Los detalles del programa de reformas económicas ya habían sido decididos en consulta con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y bancos comerciales y mercantiles de Wall Street, Japón y la Unión Europea.

Se redactó, a las apuradas, una carta de intención ("Memorando del Programa Económico") en representación del gobierno sudcoreano, sin analizar las causas profundas de la crisis. Las "soluciones" ya habían sido decididas; no era necesario examen alguno. Luego se redactó una carta explicatoria con la ayuda de funcionarios del FMI, fechada el 3 de diciembre y firmada por el gobernador del Banco de Corea, Kyung Shik Lee, y el ministro de Finanzas, Chan Yuel Lim. El Memorando incluyó el usual Documento de Marco Político que las instituciones de Bretton Woods imponen a las naciones endeudadas del Tercer Mundo.

El director gerente del FMI, Michel Camdessus, estaba en Seúl en los días finales de la negociación. La misión terminó abruptamente el 3 de diciembre luego de una semana de trabajo. Funcionarios del FMI ya habían redactado una "propuesta de decisión" sobre el acuerdo de contingencia para que fuera adoptada por la Junta Ejecutiva al día siguiente. En estrecha consulta con negociadores del FMI, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de Asia también enviaron sus propios equipos. El 18 de diciembre se anunció un paquete con estrictas condiciones sobre "gobierno financiero".

Una red de seguridad para los acreedores

El 24 de diciembre, ejecutivos de seis importantes bancos comerciales de Estados Unidos -entre ellos Chase, Bank America, Citicorp y J. P. Morgan- fueron citados para una reunión en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Los cinco grandes bancos mercantiles neoyorquinos (Goldman Sachs, Lehman Brothers, Morgan Stanley, Salomon y Smith-Harney, estos dos últimos actualmente fusionados) también estuvieron involucrados en las discusiones sobre la deuda a corto plazo de Corea del Sur (Financial Times, 27-28 de diciembre de 1997, p. 3). Casi simultáneamente, unos 80 bancos acreedores de Europa, bajo la presidencia del Deutsche Bank, se reunieron a puertas cerradas en Francfort, mientras los 10 grandes bancos de Japón, acreedores de gran parte de la deuda sudcoreana a corto plazo, mantuvieron discusiones de alto nivel en Tokio con el presidente del Banco de Corea, Kyung Shik Lee.

Evidentemente, el paquete de rescate, que será financiado por países del Grupo de los Siete (G-7), el FMI, el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de Asia, no generará un influjo de capital a Corea del Sur, sino que servirá a los intereses de la comunidad bancaria internacional, permitiendo que bancos estadounidenses, europeos y japoneses se cobren la deuda sudcoreana a corto plazo. A la vez, Seúl deberá pagar los intereses de esa deuda hasta el año 2006.

La agenda macroeconómica

El programa del FMI acaba con la soberanía económica de Corea del Sur y la sume en una profunda recesión de la noche a la mañana. El impacto social es devastador, ya que el programa deprime los salarios y crea un masivo desempleo (los salarios en dólares ya se redujeron a la mitad como resultado de la devaluación). El acuerdo también exige que el gobierno aplique la "flexibilización laboral", que incluye procedimientos para disminuir los salarios y despedir "trabajadores excedentes".

El objetivo del acuerdo del FMI consiste en desmontar el sistema bancario sudcoreano y crear condiciones que permitan al capital extranjero adquirir rápidamente las industrias más redituables. El acuerdo elevó el tope de la propiedad extranjera individual en 50 por ciento para fines de 1997 y en 55 por ciento para febrero de este año. Además, exige una mayor liberalización comercial y la apertura del mercado doméstico de bonos al capital extranjero.

Asimismo, el acuerdo marca la muerte de la banca central de la economía más vibrante de Asia y permite a bancos mercantiles extranjeros adquirir 100 por ciento de propiedad en bancos sudcoreanos. "Se permitirá a las instituciones financieras extranjeras adquirir capital social en bancos nacionales en forma irrestricta" (Memorando, p. 44, párrafo 32 del).

Fin de la soberanía sudcoreana

Se ha instalado un "gobierno paralelo" de facto. El Banco de Corea se reorganizará y las facultades del Ministerio de Finanzas se redefinirán. La política monetaria y fiscal será dictada por acreedores externos, y aquélla se restringirá, según directivas del FMI. El gasto gubernamental en programas sociales e infraestructura también será limitado.

Durante una sesión especial celebrada el 23 de diciembre, "legisladores sudcoreanos aprobaron las cuatro mociones del gobierno relativas a los planes de rescate del FMI" (Choe Seung Chul, "Asamblea se abre para legislar sobre reformas financieras clave", Korean Herald, 23 de diciembre de 1997). De acuerdo con las directivas del FMI, se aprobaron leyes que desmantelan las amplias facultades del Ministerio de Finanzas y lo despojan de sus funciones de regulación y supervisión financiera. Así, el parlamento de Corea del Sur se ha transformado en una especie de sello de goma. La legislación es impulsada mediante un "chantaje financiero": si no se aprueba rápidamente dentro de los plazos fijados por el FMI, el desembolso del préstamo se suspende, con el riesgo de una renovada especulación monetaria.

El FMI también exigió la aprobación de leyes que establezcan la "independencia del banco central". Esta disposición frustra la financiación del desarrollo económico "desde dentro" mediante políticas monetarias, elemento vital para el dinámico crecimiento industrial de Corea en los últimos 30 años.

El banco central fue aplastado y sus reservas de divisas saqueadas por especuladores institucionales. A fines de noviembre, las reservas del Banco de Corea descendieron a 7.260 millones de dólares, en una caída récord. Debido al acuerdo con el FMI, que congela el otorgamiento de préstamos domésticos, las empresas sudcoreanas dependerán cada vez más de instituciones extranjeras de crédito, que participan de la especulación contra el won (párrafo 28).

El nuevo presidente apoya al FMI

El flamante presidente Kim Dae-Jung advirtió el 5 de diciembre durante su campaña electoral, un día después de la decisión de la Junta Ejecutiva del FMI, que "ahora los inversores extranjeros pueden adquirir libremente todo el sector financiero sudcoreano, incluso 26 bancos, 27 sociedades de bolsa, 12 empresas de seguros y 21 bancos mercantiles, todos los cuales figuran en la Bolsa de Valores, por sólo 5,5 billones de won, es decir, 3.700 millones de dólares" (Michael Hudson, "Draft for Our World", 23 de diciembre de 1997). Sin embargo, tras ser elegido el 18 de diciembre, Kim anunció su apoyo incondicional al FMI: "Abriré el mercado en forma audaz. Lo haré para que los inversores extranjeros puedan invertir con confianza".

La devaluación del won generó una cadena de bancarrotas que afectó tanto al sector financiero como al industrial. La devaluación contribuyó también a provocar abruptos aumentos en el precio de los artículos de consumo.

Paradójicamente, en lugar de restaurar la "estabilidad económica", el programa del FMI sirvió para realzar el impacto de la devaluación, lo cual causó una nueva serie de quiebras. Se puso así en movimiento una "política de salida" (es decir, un programa de bancarrota) en cuyo marco las operaciones de nueve bancos mercantiles "en problemas" fueron suspendidas el 2 de diciembre, antes del fin de la misión del FMI. El párrafo 25 del acuerdo estipula que el gobierno, en consulta con el FMI, deberá "preparar un programa de acción integral para fortalecer la supervisión y regulación financiera".

Desmantelamiento de los chaebol

El acuerdo del FMI creó las condiciones para facilitar las llamadas fusiones y adquisiciones "amistosas" por el capital extranjero. El grupo automotor Kia, uno de los mayores conglomerados de Corea del Sur, se declaró en quiebra, y un destino similar corrió el Grupo Halla, dedicado a la construcción de barcos, la ingeniería y los repuestos de automóviles.

El programa del FMI contribuye a la fractura de los chaebol, invitados a establecer "alianzas estratégicas con firmas extranjeras", lo cual significa tarde o temprano su control por el capital exterior. A la vez, algunos bancos coreanos se volverán "más atractivos" para potenciales compradores extranjeros mediante la transferencia de sus créditos morosos a un fondo público de rescate: la Corporación Coreana de Administración de Activos.

Asimismo, el congelamiento impuesto a los créditos del banco central le impide rescatar empresas o bancos en crisis. El acuerdo estipula que "se revocará la licencia a los bancos mercantiles que no puedan adaptarse a planes adecuados de reestructuración en 30 días".

Paralización de empresas nacionales

El congelamiento de los créditos exigido por el FMI contribuyó a paralizar la industria de la construcción y el sector de los servicios. "Más de 90 por ciento de las compañías constructoras, con una deuda combinada de 20.000 millones de dólares ante instituciones financieras domésticas, están en peligro de bancarrota" (Song Jung Tae, "Quiebra de empresas de construcción aumentará en 1998", Korean Herald, 24 de diciembre de 1997).

La contracción del poder adquisitivo doméstico, expresada en la reducción de salarios y el aumento del desempleo, también "hizo estremecer las pequeñas empresas domésticas, permanentemente sedientas de efectivo". El gobierno concuerda en que "numerosas pequeñas empresas dependientes del mercado interno se volverán insolventes en los próximos meses" (Korean Herald, 5 de diciembre de 1997). Para este año se prevén unas 15.000 quiebras.

Compañías occidentales salen de compras

En cuanto el sector de la manufactura y la alta tecnología de Corea del Sur quedó a disposición, empresas occidentales salieron en busca de activos industriales a precios irrisorios. La devaluación deprimió el valor en dólares de los activos coreanos, y las reformas patrocinadas por el FMI contribuirán a deprimirlo aún más.

El grupo Hanwha ya está vendiendo sus refinerías de petróleo a Royal Dutch/Shell, tras haber vendido "la mitad de su empresa conjunta de productos químicos a BASF de Alemania". (Michael Hudson, op. cit.). Mientras, "el valor de mercado de Samsung Electronics, el mayor productor de chips para computadora del mundo, cayó de 6.750 millones de dólares a comienzos de octubre, antes de que se maquinara el colapso, a 2.400 millones. Actualmente es más barata una de esas compañías que una fábrica, y el paquete incluye la distribución, el prestigio de la marca y mano de obra entrenada".

Michel Chossudovsky es profesor de Economía de la Universidad de Ottawa y autor de La globalización de la pobreza e Impactos de las reformas del FMI y el Banco Mundial, Red del Tercer Mundo, Penang, y Zed Books, Londres, 1997.
Correo electrónico: chosso@travel-net.com Copyright de Michel Chossudovsky, Ottawa, 1997.


Las mujeres son despedidas antes

Una mezcla de factores culturales, económicos y hasta religiosos hace que las mujeres de Corea del Sur sean despedidas antes que los varones a medida que la crisis económica de Asia oriental hace impacto en el mercado de trabajo. "En muchos casos, cuando una empresa despide a 50 trabajadores, entre 30 y 45 son mujeres", comentó Choi Myong-Sook, alta ejecutiva de Vínculo Femenino, principal centro privado de seguridad social para mujeres en Corea del Sur.

Chung Hyung-Sook, de 36 años, regresó a fines del año pasado a su trabajo luego de dar a luz, pero descubrió entonces que su puesto había desaparecido y que su escritorio había sido retirado del lugar. "Fui despedida mientras estaba internada", se lamentó Chung, empleada de un conglomerado comercial que comenzó a sacarse de encima a sus trabajadores en medio de los problemas económicos de Asia oriental. Kim Mi-Ran trabajó durante 24 años para el grupo Hyunday. Su jefe le pidió en enero que renunciara de forma voluntaria. Kim se negó y su jefe la envió entonces a una oficina en Ulsan, 500 kilómetros al sudeste de Seúl, lejos del hogar que comparte con su marido y su hijo.

Las mujeres sudcoreanas descubren que son con frecuencia las primeras en la lista de despidos que crece y crece a medida que la crisis económica sigue su curso. "Desde noviembre del año pasado recibo en Vínculo Femenino unos 20 llamados diarios de mujeres deprimidas o enfurecidas que perdieron sus empleos sólo por el hecho de ser mujeres", dijo Choi Myong-Sook.

Organizaciones femeninas argumentan que las mujeres casadas con dos o más hijos corren más riesgos que el resto de ser despedidas porque sus jefes argumentan que son necesarias en sus casas. En segundo término se ubican mujeres con un hijo, mujeres casadas sin hijos y luego las empleadas de mayor antigüedad. Solo entonces figuran en la lista los empleados hombres.

Vínculo Femenino creó un grupo de trabajo de 11 abogados y cinco expertos en asuntos laborales que se encargarán de demandar a las compañías que despiden a mujeres en forma desproporcionada. Las leyes disponen que los empleadores que despiden a mujeres sin razón que lo justifique sufrirán dos años de prisión o una multa de unos 13.000 dólares. El gobierno se comprometió en enero a enviar a prisión a quienes violen la ley, pero nadie hasta ahora ha sido castigado.

A medida que obtener un empleo se hace más difícil, más y más mujeres se muestran dispuestas a trabajar por menor salario. Pero las que obtenían empleo de ese modo eran las primeras en ser despedidas.




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