Resurgence No. 4 - 2003
La noche siguiente
por
Uri Avnery
El pequeño grupo que inició la guerra de Irak –una alianza entre neoconservadores y fundamentalistas cristianos- es enemigo de la paz mundial, de los pueblos árabes y del futuro de Israel.
Está de moda hablar del “día siguiente”, así que hablaremos de “la noche” siguiente. Después del fin de las hostilidades en Irak, el mundo se enfrenta a dos hechos decisivos: primero, la inmensa superioridad de las armas estadounidenses, que pueden vencer a cualquier pueblo del mundo, sin importar su valentía; segundo, el pequeño grupo que inició esta guerra –una alianza entre fundamentalistas cristianos y neoconservadores judíos- ha tenido un éxito rotundo y desde ahora controlará a Washington casi sin límites. Esta combinación de hechos constituye un peligro para el mundo y especialmente para Medio Oriente, los pueblos árabes y el futuro de Israel. Porque esta alianza es enemiga de las soluciones pacíficas, de los gobiernos árabes, del pueblo palestino y, especialmente, de los pacifistas israelíes. Esta alianza sueña no sólo con el imperio estadounidense, al estilo del imperio romano, sino también con un miniimperio israelí, controlado por la extrema derecha y los colonos. Desea cambiar el gobierno de todos los países árabes. Provocará un caos permanente en la región, cuyas consecuencias es imposible prever. El mundo mental de los miembros de esa alianza consiste en una mezcla de fervor ideológico y crasos intereses materiales, así como en un exagerado patriotismo estadounidense y sionismo de derecha. La mezcla es peligrosa. Hay en ella algo del espíritu de Ariel Sharon, un hombre que siempre tuvo grandes planes de cambio para la región, en base a un cóctel de imaginación creativa, chovinismo desenfrenado y una primitiva fe en la fuerza bruta. ¿Quiénes son los vencedores? Son los neoconservadores: un grupo compacto, la mayoría de ellos judíos. Ocupan cargos claves en el gobierno de George W. Bush y forman parte de los grupos de investigación y formulación de políticas estadounidenses, además de publicar en las principales secciones de la prensa más influyente del país. Durante muchos años, fueron un grupo marginal que promovía la agenda de derecha en todos los temas. Lucharon contra el aborto, la homosexualidad, la pornografía y las drogas. Cuando Binyamin Netanyahu asumió el poder en Israel, lo aconsejaron sobre cómo luchar contra los árabes. Su momento llegó con el colapso de las torres gemelas. La opinión pública y los políticos estadounidenses estaban completamente desorientados, incapaces de entender algo en un mundo que había cambiado de la noche a la mañana. Los neconservadores fueron el único grupo que presentó una explicación y una solución en forma inmediata. Apenas nueve días después del ultraje público, William Kristol (hijo del fundador del grupo, Irving Kristol) publicó una carta abierta al presidente Bush en la cual sostenía que no alcanzaba con destruir la red de Osama bin Laden, sino que también era imperativo “sacar a Saddam Hussein del poder” y “vengarse” de Siria e Irán por dar apoyo a Hezbollah (Partido de Dios, grupo fundamentalista islámico fundado en Líbano a principios de los años ochenta).
Protagonistas
La carta abierta se publicó en The Weekly Standard, fundado por Kristol con dinero del magnate de la prensa de ultraderecha Rupert Murdoch, que donó 10 millones de dólares a la causa. Estaba firmada por 41 de los principales neoconservadores, entre los cuales figuran: Norman Podhoretz, un antiguo izquierdista judío que se convirtió en un ícono de la extrema derecha, editor de la prestigiosa revista Encounter, y su esposa, Midge Decter, también escritora; Frank Gaffney, del Centro de Estudios sobre Seguridad; Robert Kagan, de The Weekly Standard; Charles Krauthammer, de The Washington Post; y, por supuesto, Richard Perle. Perle es un personaje central en esta obra. Hasta hace poco era presidente del Equipo de Políticas de Defensa del Departamento de Defensa, en el que también están Eliot Cohen y Devon Cross. Fue asistente del senador Henry Jackson, que dirigió la lucha contra la Unión Soviética en nombre de los judíos que querían irse. También es uno de los miembros que lideran el influyente American Enterprise Institute. Se vio obligado a renunciar a su cargo en el Departamento de Defensa cuando se supo que una empresa privada le prometió casi un millón de dólares por aprovechar su influencia en el gobierno. La carta abierta era, en efecto, el comienzo de la guerra de Irak. Fue rápidamente recibida por el gobierno de Bush, con algunos miembros del grupo firmemente instalados en cargos de poder. Paul Wolfowitz, el padre de la guerra, es el número dos del Departamento de Defensa, donde otro amigo de Perle, Douglas Feith, es subsecretario de Defensa para Políticas. John Bolton es subsecretario de Control de Armas y Seguridad Nacional. Eliot Abrams, responsable de Medio Oriente en el Consejo de Seguridad Nacional, estuvo involucrado en el escándalo Irán-Contras. El héroe de dicho escándalo, Oliver North, está en el Jewish Institute for National Security Affairs (Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional), junto con Michael Ledeen, otro de los protagonistas del escándalo. North promueve la guerra total, no sólo contra Irak, sino también contra los demás enemigos de Israel: Irán, Siria, Arabia Saudita y la Autoridad Nacional Palestina. Dov Zakheim es interventor del Departamento de Defensa. La mayoría de estas personas, junto con el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, forman parte del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, que publicó un documento en 2002 con el objetivo de “preservar y fortalecer esta paz americana”, es decir, que Estados Unidos tenga el control del mundo. Meyrav Wurmser (Meyrav es un nombre de moda en Israel) es directora del Center for Middle East Policy (Centro de Políticas para Medio Oriente) en el Instituto Hudson. También escribe en el Jerusalem Post y es cofundadora del Middle East Media Research Institute que, según The Guardian, tiene relaciones con el servicio de Inteligencia del Ejército israelí. El Middle East Media Research Institute alimenta a los medios de comunicación y a los políticos con citas muy bien seleccionadas de publicaciones extremistas árabes. El esposo de Meyrav, Davis Wurmser, trabaja en el American Enterprise Institute de Perle, como director de Estudios sobre Medio Oriente. Habría que mencionar también al Washington Institute for Near East Policy, de nuestro viejo conocido Dennis Ross, que durante años estuvo a cargo del “proceso de paz” de Medio Oriente. En todos los documentos importantes hay personas allegadas a este grupo, como William Safire, un hombre hipnotizado por Sharon que escribe en The New York Times, y Charles Krauthammer, que publica en The Washington Post. Otro amigo de Perle, Robert Bartley, es editor de The Wall Street Journal. Si los discursos de Bush y Cheney suenan, a menudo, como si salieran de labios de Sharon, una de las razones es que quienes escriben sus palabras -Joseph Shattan, Mathew Scully y John McConnell- son neoconservadores, al igual que el jefe de equipo de Cheney, Lewis Libby. La enorme influencia de este grupo mayoritariamente judío surge de su estrecha alianza con los fundamentalistas cristianos de extrema derecha, que hoy controlan al Partido Republicano. Los padres fundadores fueron Jerry Falwell, de la Moral Majority, que una vez recibió un avión privado de regalo de parte de Menachem Begin, y Pat Robertson, de la Coalición Cristiana y la Christian Broadcasting Network (Red de Información Cristiana), que ayudó a financiar la Embajada Cristiana en Jerusalem de J. W. van der Hoeven, que brinda apoyo financiero a los colonos y a sus aliados de la derecha. Ambos grupos adhieren a la ideología fanática de la extrema derecha de Israel. Para ellos, Irak es una lucha entre los Niños de la Luz (Estados Unidos e Israel) y los Niños de la Oscuridad (los árabes y los musulmanes). Aclaremos que ninguno de estos hechos es un secreto. Se han publicado últimamente en medios de comunicación estadounidenses y del mundo entero. Los miembros del grupo están orgullosos de sí mismos.
El general sionista
El hombre que simboliza esta victoria es el general Jay Garner, que ha sido nombrado administrador civil de Irak. No es un general anónimo, elegido por accidente. Garner es compañero ideológico de Paul Wolfowitz y los neoconservadores. Hace dos años firmó, junto con otros 26 oficiales, un documento preparado por el Jewish Institute for National Security Affairs, en el cual se felicitaba al Ejército de Israel por “su notoria moderación frente a la violencia letal orquestada por el liderazgo de la Autoridad Palestina”, lo cual seguramente constituye una novedad para las fuerzas de paz israelíes. También declaró que “si Israel es fuerte, los planificadores militares y líderes políticos de Estados Unidos podrán contar con su apoyo”. En la primera Guerra del Golfo, elogió la actuación de los misiles Patriot, que fracasaron estrepitosamente. Al dejar el Ejército, en 1997, se convirtió en corredor de artículos de defensa, especializado en misiles, lo cual no debe sorprender. Se dijo que monopolizó los contratos del Pentágono. Este año, obtuvo un contrato de defensa por 1.500 millones de dólares y otro para construir sistemas de lanzamiento de Patriot en Israel. Por lo tanto, no puede haber un candidato mejor para el puesto de jefe del gobierno civil de Irak, sobre todo en un momento en el cual se están firmando los contratos para la reconstrucción de ese país, pagaderos en petróleo de la zona.
Una nueva Declaración Balfour
La ideología de este grupo, que pretende crear un imperio estadounidense que abarque al mundo entero y un Israel más fuerte, recuerda épocas pasadas. La Declaración Balfour de 1917, que prometía a los judíos un territorio en Palestina, tuvo dos progenitores. La madre fue el sionismo cristiano -entre cuyos seguidores había ilustres hombres de Estado como Lord Palmerston y Lord Shaftesbury, mucho antes de la fundación del movimiento sionista- y el padre, el imperialismo británico. La idea sionista permitió a los británicos sacar a sus competidores franceses y tomar posesión de Palestina, algo necesario para salvaguardar el canal de Suez y mantener la ruta corta a India. Ahora, ocurre lo mismo. Richard Perle redactó un documento en 2002 en el cual proponía una guerra no sólo contra Irak, sino también contra Arabia Saudita y Egipto, a fin de dominar el corazón petrolero del mundo. Irak, aseguraba Perle, era sólo un trampolín. Una de las justificaciones de la propuesta era la necesidad de defender a Israel.
¿Apostar al futuro?
Parecería que esto es bueno para Israel. Estados Unidos controla el mundo, nosotros controlamos a Estados Unidos. Nunca antes había ocurrido que los judíos tuvieran una influencia tan fuerte sobre el poder central del mundo. Pero esta tendencia me inquieta. Somos como un jugador que apuesta todo su dinero y su futuro a un solo caballo. Un buen caballo, que no tiene competidor, por el momento, pero de todos modos es un solo caballo. Los neoconservadores generarán un largo período de caos en el mundo árabe y musulmán. La guerra de Irak ya demostró que su comprensión de la realidad árabe es bastante confusa. Sus presupuestos políticos no soportaron la prueba y fue la fuerza bruta la que salvó la empresa. Algún día, los estadounidenses volverán a su casa, pero nosotros seguiremos aquí. Tenemos que vivir con los pueblos árabes. El caos en el mundo árabe pone en peligro nuestro futuro. Wolfowitz y compañía pueden soñar con un Medio Oriente democrático, liberal, sionista y amante de Estados Unidos, pero el resultado de sus aventuras podría ser que la región se vuelva fanática y fundamentalista, lo cual constituye una amenaza para nuestra existencia. La sociedad entre neoconservadores y fundamentalistas cristianos puede engendrar fuerzas contrarias en Washington. Y si Bush pierde las próximas elecciones, igual que su padre luego de su victoria en la Guerra del Golfo, todo el equipo tendrá que irse. La Biblia cuenta la historia de los reyes de Judea, que confiaban en la potencia mundial de entonces, Egipto. No se dieron cuenta de que Asiria y Babilonia, en el este, estaban ganando fuerza. Un general asirio le dijo al rey de Judea: “He aquí que confías en este báculo cascado, Egipto, en el cual si alguno se apoya, se le entrará por la mano y la traspasará. Así le sucede a todos los que confían en el faraón, rey de Egipto” (2 Ry 18:21) Bush y su equipo de neoconservadores no son un báculo cascado. Lejos de eso, son por el momento un báculo muy fuerte. Pero, ¿debemos apostar todo nuestro futuro a eso?
---------- Uri Avnery, periodista y escritor israelí, es miembro fundador del movimiento pacifista independiente Gush Shalom (Bloque de Paz). Este artículo se reproduce con el permiso del sitio web del movimiento www.gush-shalom.org
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