Resurgence No. 4 - 2003
Irak Recolonizado
Luego de una brutal guerra de veintiún días que provocó pérdidas y daños irreparables al pueblo iraquí, Saddam Hussein fue derrocado. Para Estados Unidos y sus aliados, el éxito militar alcanza para justificar la invasión e incluso debería silenciar a los críticos, según el pequeño grupo de “neoconservadores” que defendieron la guerra frente a la oposición de la opinión pública mundial.
Pero no se puede hacer oídos sordos a las incómodas preguntas surgidas a raíz de la invasión de Irak. Para empezar, la invasión de Irak fue un acto ilegal más allá de su resultado y la acción unilateral de Estados Unidos ha sacudido los cimientos del sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estados Unidos mostró su desprecio hacia el foro mundial al prohibir que los inspectores de armas terminaran su trabajo y ahora, en cada paso que da en Irak. A pesar de haber asegurado que sus soldados entraban a Irak “como liberadores, no como ocupantes”, Washington se ha mostrado decidido a imponer su voluntad para formar el nuevo gobierno iraquí. Para asegurarse de que la economía iraquí funcione según sus lineamientos, Washington pretende que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial se encarguen de la tarea de reestructura. Como complemento de la tarea de las instituciones de Bretton Woods, el gobierno de George W. Bush ha asignado los contratos de reconstrucción a empresas estadounidenses con las cuales tiene estrechos lazos. Además de constituir otro ejemplo vergonzoso del amiguismo que caracteriza al capitalismo estadounidense, esto es una prueba de la intención de reconstruir Irak a su imagen y semejanza. Más significativo aún es el intento de acceder a los recursos petroleros de Irak presionando para que se levanten las sanciones de la ONU. Algunos neoconservadores que apoyaron la invasión de Irak han sugerido que, quizá, Estados Unidos debería actuar en forma unilateral también en esta área. Mientras tanto, el sufrimiento del pueblo iraquí aumenta, ya que Estados Unidos viola sus obligaciones como poder ocupante según lo establecido en las Convenciones de La Haya y Ginebra. El hecho de que el pueblo de Irak no tenga seguridad y no se restablezca el orden público, además de no tener cubiertas necesidades básicas como alimentos, agua y medicamentos, entre otros derechos humanos fundamentales, indigna a la opinión pública mundial. Más allá de las actuales dificultades y diferencias entre los distintos sectores políticos y religiosos de Irak, el pueblo está cada vez más unido en torno de una idea: Estados Unidos tiene que irse. Y el gobierno de Bush debe escuchar ese llamado para que los iraquíes establezcan un gobierno provisorio -si es necesario bajo la égida de la ONU- y puedan ejercer así su derecho a elegir su propio destino.
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